viernes, 16 de noviembre de 2012

Confianza en la organizacion

La confianza y el liderazgo en las organizaciones Jesús Castillo Candidato a legislador regional por Cruz Salmerón Acosta, Ribero y Andrés E. Blanco Dedicado a Jesús Correa, buen discípulo y próximo Licenciado en Gerencia de Recursos Humanos (UDO-Sucre) El mundo está lleno de diferentes organizaciones que buscan objetivos bien claros y definidos, más allá de su naturaleza propia. La experiencia nos señala que aquellas organizaciones que han resultado exitosas son las que han pensado, en primer lugar, en su gente. Es fundamental que los gerentes clave estudien las expectativas y aspiraciones del personal subordinado para incorporarlos decididamente en la serie de planes y proyectos que se formulan las respectivas organizaciones en su funcionamiento. Significa que deben propiciar un clima favorable para que los individuos muestren sus habilidades cognitivas, mentales y prácticas en pro de las organizaciones que constituyen. Las habilidades muestran la capacidad de cada una de las personas para realizar determinadas tareas en su lugar de trabajo. He allí el gran reto de los gerentes por brindar oportunidades a sus miembros en aras de incentivar el talento humano, las competencias y acciones que redundarán favorablemente en el desempeño organizacional. Pero los gerentes deben ir más allá. Con su ejemplo de vida deben ser los primeros en no fallar, en mantener una actitud ética que sirva de ejemplo al resto de los empleados; deben procurar llegar temprano y estar dispuestos a sacrificarse en función de los demás. Deben ser comprensivos y dar un trato humano al personal, pero también ejercer acciones enérgicas cuando las circunstancias lo exijan. Se trata de administrar y negociar adecuadamente su autoridad al resto de sus subordinados. El talento humano se pone a prueba El gerente debe convertirse, naturalmente, en un líder. Ser capaz de inspirar confianza y estar pendiente de las necesidades, gustos y hasta problemas que confronta su personal. El gerente se limita a mover adecuadamente las piezas del ajedrez organizacional, el líder trasciende porque inspira a sus seguidores al logro de un determinado proyecto. Por eso en el campo organizacional, el liderazgo cualquiera puede gerenciar, más no ejercer un liderazgo que sea capaz de mover las fibras humanas de todo los miembros. El líder dentro de las organizaciones debe procurar saber con qué y quienes cuenta. Ha de brindar oportunidades y motivar a todos para que den rienda suelta a la creatividad y talento personal. Muchos empleados no participan y se amarran a su lugar de trabajo, porque no están motivados o, sencillamente, no son tomados en cuenta por sus superiores. Un experto en Comportamiento Organizacional (CO) como Stephen P. Robbins destaca que en toda organización los individuos despiertan habilidades intelectuales y físicas. Las primeras son aquellas que sirven para realizar actividades mentales y pueden evaluarse en las siguientes dimensiones: aptitud numérica, comprensión verbal, velocidad de percepción, razonamiento inductivo, razonamiento deductivo, visualización espacial y memoria. En cambio, las habilidades físicas expresan la capacidad de realizar tareas que exigen vigor, destreza y fuerza. Cada individuo posee determinadas habilidades que van a servir para medir su talento humano. Los líderes deben tener olfatos para aprovechar cada uno de ese talento y usarlo adecuadamente para el éxito organizacional. Al respecto, es fundamental destacar que los roles o cargos imponen exigencias para quienes intentan ocuparlos. Debe ser así para que cada quien pueda ser lo más productivo y eficiente posible. El trabajo en equipo es clave No cabe duda que la complejidad de la sociedad actual exige trabajar en equipo. Cada día se hacen más populares los equipos en las organizaciones. La experiencia demuestra que los equipos promueven esfuerzos que dan como resultado un desempeño mayor que la suma de los aportes de cada miembro, es decir, constituyen un proceso sinérgico altamente motivador y participativo que dinamizan actividades muy diversas, desde la fabricación de productos, dotación de servicios, tratos consensuados, coordinación de proyectos, asesorías y tomas de decisiones bien planificadas. Los equipos gozan hoy de popularidad porque permiten la interacción racional y eficiente de sus miembros. Ellos se sienten parte de una misma familia que da el todo por el todo para que la organización pueda enfrentarse a los desafíos del entorno. Hoy la nueva dinámica nos muestra la proliferación de equipos multi y transdiciplinarios que juegan al éxito organizacional en un ambiente cada vez más incierto y complejo. Los líderes en las organizaciones han comprendido la importancia del trabajo en equipo, la confianza y la comunicación interactiva para llevar adelante los grandes planes y proyectos. Cada día ese liderazgo autocrático va desapareciendo para dar paso al coliderazgo, a la participación de todos por igual, desde diversas ópticas e historia de vidas particulares. Por eso se habla actualmente de equipos horizontales o sin fronteras donde que aprenden mutuamente y transfieren experiencias entre sí en un ambiente de confianza y comunicación permanente. La confianza robustece el liderazgo Para Robbins la confianza ha de entenderse como la esperanza positiva de que otra persona no se conducirá de forma oportunista, por medio de discurso, obras o decisiones. Esta definición del autor nos permite destacar que ella no se da de un día para otro, requiere tiempo y convivencia. Implica el reconocimiento del otro y la sinceridad para llevar adelante proyectos compartidos. Es natural que así sea, porque el ser humano es complejo e imperfecto. A todos se nos hace en la vida confiar de otra persona inmediatamente, particularmente si no la conocemos bien. En la medida que vamos aprendiendo de ella e intercambiando vivencias vamos depositando nuestra confianza y abrigar, en consecuencia, una esperanza positiva de las cosas. Según el referido autor, dentro de las dimensiones clave de la confianza podemos mencionar la integridad que se refiere a la honestidad y veracidad de una persona, la competencia que abarca las habilidades y los conocimientos técnicos, la congruencia que significa el buen manejo de una persona para actuar y hacer las cosas de acuerdo a lo que pregona, la lealtad que es la disposición de dar la cara por otra persona y la franqueza basada en la sinceridad de las acciones. Cuando hay confianza se dispone de la suficiente claridad de criterios para expresar lo que se está o no de acuerdo. No hay lugar a la adulación, sino a la franqueza de las palabras para corregir presuntos errores en el equipo. El buen líder se nutre de la confianza de los miembros de su equipo. D.E. Zand refiere que “parte de las tareas de los líderes ha sido y sigue siendo trabajar con las personas para resolver sus problemas, pero los primeros para acceder a los conocimientos y creatividad que se necesitan para solucionar los problemas dependen de cuánto confíen en ellos”. Si las personas van a seguir a un determinado líder deben estar seguras de que es digno de toda confianza. Cuando esto ocurre, los seguidores están dispuestos a hacerse vulnerables a los actos del líder. Están conscientes de que este último no abusará de sus derechos e intereses. Al ocurrir lo contrario, los seguidores se sienten traicionados y perderán automáticamente la fe ciega en el líder. Esto explica como lazos muy fuertes del líder con su gente terminan deteriorándose al percibirse que se actuó con mala fe y de aprovechamiento malsano. Los tipos de confianza y el nuevo liderazgo De acuerdo a Robbins en toda relación se producen tres tipos de confianza: por disuasión, por conocimiento y por identificación. La confianza por disuasión se da cuando es posible aplicar una medida sancionatoria. El vínculo que crea este tipo de confianza radica en la autoridad del jefe y el posible castigo que puede imponer si no se cumplen con las obligaciones laborales. La confianza por conocimiento se da en la previsibilidad del comportamiento a partir del tiempo en el trato. Se da cuando se tiene información suficiente de alguien para entenderlo bien y ser capaz de pronosticar acertadamente su conducta. Finalmente, la confianza por identificación se produce cuando existe una conexión emocional entre las partes. Ambas se aprecian en sus gustos y deseos. Es una comprensión mutua que crece para arraigarse fuerte y actuar hacia la perfección del otro. En forma general, el liderazgo en las organizaciones se nutre de los vínculos de confianza que se producen entre las partes. Ello debe implicar necesariamente un clima de respeto, tolerancia y trabajo en equipo. Cada quien se siente identificado con su organización y sabe que el trabajo que realiza va a favorecerlo personalmente como a la propia institución. Los líderes actuales deben estar conscientes de este gran compromiso y ser ejemplos vivientes de sus seguidores, manteniendo una coherencia entre lo que hablan y actúan. Tal situación les dará autoridad moral para alcanzar las metas conjuntamente con sus seguidores. He allí el desafío que tiene por delante el nuevo liderazgo en esta denominada sociedad del conocimiento.

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