martes, 19 de julio de 2011

El mundo bajo los espejuelos de Lennon

(crónica dedicada a los amantes de la libertad y el conocimiento)
Jesús Alberto Castillo 
     ¡Oh, Manhattan, altiva y cosmopolitan como siempre! Tus calles se han recrudecido de bullicio, modas y figuras de todos los confines del planeta. Eres la gran manzana, aunque Newton no haya podido experimentar contigo. Tu traje adornado de cemento y smog casi no se aprecia en el devenir del día. Tus torres, que parecen sórdidas llamas que trastocan el cielo, se han enmudecido a partir del 11 de septiembre del 2001. Ya el World Trade Center no muestra su aspecto cautivador de las finanzas a garrote. Todo parece silente y oscuro como un epitafio más en el camposanto.
     Hace más de tres décadas  te llevaste en tus extrañas al genio de Los Beatles. Lo abrazaste con fuerza y se lo quitaste al dinámico puerto inglés de Liverpool. Sumiste en un llanto a la humanidad entera. Ya no escucho la voz de John Lennon, a su grito aforado en busca de la madre, ni de su vida salvaje. Hoy sólo queda el recuerdo de sus lentes, barbas y desnudos, al lado de su amada Yoko Ono, como una imagen viva del jet set neoyorkino. Cada día atraes a personas de todo el mundo. Lo seduces con tus noches de neón que derrapan toda la energía, sexo, alcohol y lujuria del mundo real, ese donde la filosofía trata de dar respuestas a través de Kafka, Nietzsche o Russell.
     Aún así veo los lentes ovalados de John Lennon. Una lupa mítica que mira los cuatros puntos cardinales del planeta y reclama cada vez más paz, progreso y humanismo. Esos espejuelos siguen evaluando al devenir actual y se abren de par en par para soñar con un mundo mejor. Gritan ¡yellow submarine! en franca rebeldía contra los tanques y aviones de guerra que disparan a mansalva contra niños y civiles en los confines de la tierra. Ellos dejan escuchar Imagine, para seguir amalgamando la lucha de lo posible, de los afligidos y así soñar con una rosa roja y hermosa en los picos de una blanca paloma en pleno vuelo. Mientras los apurados transeúntes de New York, se pierden en la líbica imagen de Lennon, yo trate de visualizar aquellos espejuelos del creador  de “Give Peace A Chance”.
     Las horas siguen pasando en el reloj colgado a pocos metros de mi cabecera. Son las 2:45 a.m. y recuerdo con nostalgia a Lennon. Atrás quedaron mis días de admiración por la música de los consentidos de Liverpol. Ringo, Paul y George me enseñaron a amar la naturaleza, la paz, el progreso y por encima de todo a luchar por nuestros ideales. Mi pensamiento vuela toda la noche. Casi llega el alba y no me aparto de Manhattan. El silencio comienza a morir y una voces de dos o tres borrachos hacen señales de un día presuroso. Prendo la luz y par de espejuelos siguen inertes en la repisa. Ya el sueño se esfumó desde en un buen tiempo y las ojeras comienzan a adueñarse de mí. Mi mente sigue deambulando y logró vencer a Morfeo. Atrás quedó una noche de festejo con sabor a futbol y mi cuarto se inunda de un aroma sabor a Vinotinto. Y es así que los espejuelos, como fieles réplicas a los Lennon, siguen mostrando que vale la pena seguir luchando por un país y un mundo mejor.
     Ya de pie me preparo para afrontar el día a día. Los rayos solares comienzan a trastocar la alborada. Cerca de allí las ondas hertzianas, de una radio color ébano, daba rienda suelta a los grandes titulares ¡Venezuela hizo historia en la Copa América! ¡Cesar Farías y sus muchachos batieron al equipo austral! ¡La vinotinto a semifinales! La noticia hacía furor en cada rincón del país, opacando la ida del Comandante a Cuba por cuestión de salud. En fin, un nuevo furor en las gargantas de los venezolanos, aunque los cinturones de miseria y los altos precios no hayan desaparecidos de la agenda pública. Afuera me espera otro día de ajetreo, los niños de la calle, el olor a mendigos, la aguas cloacales y los burócratas del proceso y hasta el cementerio de Marigüitar donde no cabe un cadáver más. Tomo mis anteojos, similar a los de Lennon, y entiendo que ha llegado el momento de seguir luchando por un mundo mejor.

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