martes, 6 de septiembre de 2011

El pequeño detalle de una valla

Dime, Castillo
El pequeño detalle de una valla de la Misión Vivienda
(Dedicado a los que se esfuerzan por cultivar la ortografía)
Jesús Alberto Castillo
Jesacas@gmail.com

Una recién y llamativa valla, enclavada en las principales entradas de Cumaná, nos ha llamado poderosamente la atención. No se trata de una oferta más de las tantas que ha vendido el gobierno ante los descamisados. ¡De eso ya estamos acostumbrados! En esta oportunidad tiene que ver con un grave error ortográfico legitimado desde las altas esferas del poder y que se proyecta con gran fuerza en las propias narices de los sucrenses. ¡De esa mala ortografía hablaremos más adelante! Por ahora, la bendita valla nos muestra a una dama trabajadora, con pala en el hombro, y a un esmerado soldador, anunciando la llegada de la Gran Misión Vivienda Venezuela en Sucre. Aplaudimos a estos honrados trabajadores que prestan su imagen en tan llamativa valla. Lo repudiable es que sean usados por el aparato propagandístico del gobierno para jugar con las alicaídas ilusiones de un pueblo, mediante una distorsión gramatical de nuestro idioma.

Con bombos y platillos la valla despierta el interés de tantas almas esperanzadas hacia un techo digno. Así es amigo lector. Usted la puede leer en la subida de Petare o en la entrada de El Peñón, claro si es que viene desde Marigüitar. A lo mejor ya se le ha olvidado que cerca de allí, en un explanado terreno frente al Aeropuerto de Cumaná, el inexorable tiempo acabó con otra valla que hablaba de la construcción de “petrocasas” en la ciudad primogénita. ¡Todo se ha evaporado en los anaqueles de la historia, así como en el ideario colectivo de los pata´ en el suelo! Promesas van y vienen. Una que otra casita y ¡pum! allí está la Misión Vivienda. ¡Viva nuestro Comandante Presidente! ¡Viva el pueblo soberano, aunque esté pelando un hueso! Allí están los frutos de la revolución, más y más invasiones. Mientras a la ciudad, que se la lleve el diablo.

Apreciado lector, usted se preguntará por qué tanta ironía de este cronista. La razón es muy simple. ¡El gobierno usa el pueblo soberano como excusa! ¡Hay que tener más pobres todos los días! ¡Hay que darle al pueblo lo que se merece, pura bagatela! ¡Lo importante es que se conforme con poca cosa! ¡Total, esa ha sido la historia política de Venezuela! ¡Populismo y gobierno tapa amarilla! Así es el razonamiento de quienes nos gobiernan, aunque se den la buena vida como burgueses. ¡Vivan los hospitales, aunque no tengan ninguna gasa ni inyectadora! ¡Hay que darle educación al pueblo, no importa si es de mala calidad!

Ahora regresamos por donde comenzamos. La costosísima valla en referencia es un atentado a las reglas de nuestra gramática. Amigo lector, por si acaso no se ha percatado todavía, en su superficie puede leerse textualmente “La Gran Misión Vivienda Venezuela llegó a el estado Sucre”. Aunque parezca un simple detalle por debajo de la mesa, el problema es grave. Se debía utilizar la contracción “al” para empatar la preposición “a” y el artículo “el”. De manera correcta el texto debió escribirse “La Gran Misión Vivienda Venezuela llegó al estado Sucre”.


Desde muy temprana edad nos advirtieron nuestros maestros (¡esos que sí enseñaban de verdad!) que debíamos usar las contracciones en las oraciones. Todavía recordamos las lecciones de los maestros Ivonne, Ana, Leonel y Martín en la escuela Fe y Alegría “San Luis” de Cumaná. Corría la década de los 70 y sus voces retumban con fuerza en nuestros oídos: “¡Oigan bien, la contracción es la forma gramatical que une una preposición (a, de) con el artículo determinado del singular masculino (el)!”. Como podemos ver ella permite unir dos palabras, una que termina en vocal y la otra que comienza de igual manera. Por tanto, es válido escribir “El perro mordió la mano de la dueña”. En cambio, es un error escribir “El perro mordió la mano de el dueño”, lo correcto sería “El perro mordió la mano del dueño”.

Si nos ubicamos en la bendita valla de la Misión Vivienda, la cual fue pagada con dinero de los descamisados, lo correcto hubiese sido escribir “La Gran Misión Vivienda Venezuela llegó al estado Sucre”. Pero, ni modo, de eso no están pendientes los burócratas del proceso. Algunos se preguntarán si debe colocarse “Estado” por “estado”. No obstante, esto no es relevante porque esa palabra denota varias acepciones en nuestro idioma. En este caso se refiere a la distribución político-territorial de nuestra República. Ahora bien, no pretendemos dar una lección de gramática en este artículo. Nos une el compromiso de orientar a la opinión pública sobre el tipo de gobierno que tenemos. Precisamente, ese tipo de texto demuestra la improvisación y falta de responsabilidad de un gobierno con sus administrados. Esa ha sido la práctica oficial, inculcar, a través de la publicidad y la propaganda, los errores ortográficos en las grandes mayorías. ¡El pueblo que siga hundido en la oscuridad y la ignorancia! Porque, como hemos dicho, este es un gobierno tapa amarilla.
UN PLAN DE DESARROLLO URBANO PARA MARIGÜITAR
Desde hace mucho tiempo hemos alertado que la capital del Municipio Bolívar no cuenta con verdaderos estadistas. La ciudad ha crecido anárquicamente, producto de construcciones ilegales e invasiones a granel, cuyas consecuencias atentan contra la calidad de vida de sus habitantes. Por ello es importante que las autoridades, conjuntamente con la sociedad civil organizada, asuman la responsabilidad de emprender el Plan de Desarrollo Urbano Local con el fin zonificar las respectivas áreas urbanas, industriales, recreativas y comerciales a fin de incentivar el aparato productivo interno. ¿Quién le pone el cascabel al gato?

No hay comentarios:

Publicar un comentario