jueves, 1 de septiembre de 2011

La fuerza de la opinión pública

Jesús Alberto Castillo
jesacas@gmail.com

Las grandes naciones se caracterizan por tener ciudadanos cada vez más críticos de los asuntos públicos. El legado del liberalismo político ha permitido que el sistema democrático cuente con una red de medios comunicacionales que faciliten la interacción de cada uno de sus habitantes sobre los urgentes problemas que aquejan su entorno. De forma que la sociedad avance hacia otros estadios basados en mejor calidad de vida. Es precisamente esta la naturaleza de la opinión pública, de suma vitalidad en el control del poder político para robustecer el talante democrático de un gobierno.
En los últimos años hemos visto cómo regímenes autoritarios atacan despiadadamente a los más variados medios informativos que intentan desnudar las desviaciones del poder y que constituyen una flagrante violación a la ética ciudadana. Es imperante que en cada circunstancia histórica los ciudadanos sean vigilantes de la agenda pública y expresen su punto de vista. Estos canales informativos delinean los hilos conductores de la democracia e incentivan la participación decidida de la colectividad hacia nuevos derroteros que exige el nuevo siglo.
Los ciudadanos deben formarse para ser críticos
En un mundo cada vez más complejo y dinámico requiere de personas que tengan mayores niveles de compromiso con los problemas cotidianos. Estos ciudadanos deben relacionarse siempre con el Estado y sus respectivas instituciones, tal como lo consagran las respectivas constituciones. No es casual que ello haya significado importantes luchas libradas por la humanidad. La ciudadanía se encierra en la obligación de los habitantes de cumplir con sus deberes y exigir los derechos fundamentales. Por eso en este importante concierto de naciones, los ciudadanos deben ser sujetos activos de la participación social y luchar por las libertades públicas (expresión, conciencia política, prensa, etc.)
Los ciudadanos no pueden ser simples observadores y limitarse a los discursos de sus gobernantes. Deben ser hombres y mujeres que despierten la conciencia social para el cambio en democracia. La realidad social y política permite desentrañar a un ciudadano con capacidad crítica y suficiente formación para superar los obstáculos que se presentan en su diario acontecer. Desde esta perspectiva, la educación juega un papel preponderante para consolidar ciudadanía y fomentar la opinión pública. No es una utopía más. En la medida que tengamos un pueblo educado, estaremos constituyendo ciudadanos y robusteciendo el músculo de la opinión colectiva.
Bolívar fue gran defensor de la opinión pública
El padre de la Patria, el Bolívar de carne y hueso que luchó por nuestra emancipación, fue un convencido de las libertades públicas y del gran poder de la opinión pública. Como buen estudioso y practicante del liberalismo hizo un esfuerzo inmenso en fortalecer la ilustración de los pueblos, en dotar a la gente de educación para que se rebelaran contra cualquier poder despótico o tirano. En uno de sus escritos fundamentales llegó a escribir “La opinión pública es el objeto más sagrado, ella ha menester la protección de un gobierno ilustrado, que conoce que la opinión es la fuente de los más importantes acontecimientos”. Siempre se esmeró el libertador por estudiar el pensamiento de los grandes enciclopedistas que inspiraron los movimientos liberales, tales como Rousseau, Diderot, Montesquieu y hasta el propio Locke. Su gran amor por las libertades cívicas lo llevó a luchar sin cuartel y conquistar un sitial fundamental en la historia universal.
El Libertador, inspirado por esos pensadores, asumió el reto de fortalecer la opinión pública, la cual se resume en el juicio colectivo hacia los grandes temas que padece la humanidad. En cada uno de sus pensamientos y escritos mostró preocupación para que la gente se expresara sobre la naturaleza del gobierno y de otros asuntos de interés colectivo. En una bella carta enviada a Lino de Clemente y a Don Pedro Gual expresa “La opinión pública cambiada absolutamente a nuestro favor, vale aún más que los ejércitos. Esta feliz mutación nos ha puesto en estado de contar con grandes medios para procurarnos objetos militares…". Buscaba el Genio de América con esto que la opinión pública sirviera para corregir los entuertos de los mandatarios.
No a la censura política
Ese gran estadista que fue Bolívar debe ser emulado por todos, tanto gobernantes como ciudadanos. La opinión pública nutre la democracia y fortalece el buen desempeño de las instituciones públicas. Es deber de los gobiernos estimular la libre prensa, las libertades individuales y colectivas para cumplir con ese legado bolivariano. No es un mito más, sino la sustanciación de un proyecto emancipador y libertario. De igual forma, los legisladores deben cultivar en los instrumentos jurídicos que sancionan el respeto por esa opinión pública y permitir que los ciudadanos se expresen con las limitaciones que constituye el respeto a la dignidad humana.
Por eso como venezolanos, debe ser sumamente críticos de las pretensiones oficiales que intentan censurar el periodismo actual y las libertades públicas. Los ciudadanos debemos hacer sentir nuestras voces y asumir que cada vez somos fundamentales para enriquecer los cimientos de la democracia. Es tiempo de reflexionar y actuar conforme a lo que establece el texto constitucional en nuestro Estado de Derecho. Las libertades civiles y la opinión pública no deben ser un discurso más, sino una práctica interesante en el mejoramiento de nuestras vidas.

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