viernes, 4 de noviembre de 2011

La democracia, sus orígenes y ventajas

La democracia, sus orígenes y ventajas
Jesús Alberto Castillo
jesacas@gmail.com


La palabra democracia está en boca de todos. Generalmente se utiliza para señalar el tipo de gobierno del pueblo y para el pueblo. Hasta los dictadores hacen uso de ella para mantenerse en el poder por muchos años. Hablan en nombre del pueblo y ejercen un poder de seducción en la mayoría de las almas inocentes. Reivindican en su discurso que el protagonista es el pueblo soberano, pero no es más que un artificio para despertar las más insospechadas pasiones en el ideario colectivo. En fin todos dicen ser demócratas, pero muy pocos practican su contenido.

A pesar de estos avatares, la democracia es el sistema de gobierno más perfectible que puede haber en la humanidad. Sus fallas son insignificantes con respecto a sus alcances y aportes en el andamiaje de un orden social, tan fundamental para evitar los desafueros y desviaciones del poder político por parte de ególatras de turno. No es casual que muchos estudiosos hayan abordado el poder político y se preocupen por las ansias desmedidas de muchos gobernantes por asirse del mismo, a costa de las libertades civiles y políticas que han de reinar en un determinado Estado. La democracia es ese mal necesario que, a pesar de sus fallas, garantiza el respeto a la convivencia humana y el desarrollo institucional de los pueblos.

El legado de Atenas y Roma

Tanto Grecia como Roma, durante el año 500 a.C, dieron ejemplo del ideario democrático. En ellas se establecieron las primeras instituciones de gobierno que facilitaron la participación popular. Los ciudadanos reunidos en asamblea tomaban decisiones para abordar los importantes asuntos de la vida cotidiana. Ese significativo número de personas intercambiaban opiniones sobre bases tan sólidas que, con algunos cambios, perduraron en el tiempo y sirvieron de base a los modernos sistemas democráticos. Hoy, la complejidad social y el aumento desmedido de la población ha impedido que la democracia directa que se practicaba en Atenas como en Roma se mantenga presente como mecanismo de deliberación. Lo que se ha optado es el esquema de la representación democrática donde el ciudadano común y corriente entrega transitoriamente su soberanía a un cuerpo político para la toma de decisiones fundamentales.

Los asuntos de la democracia han cambiado con el tiempo. Por ejemplo la Grecia Antigua no fue un país en el sentido moderno del término, es decir, un lugar donde todos los griegos vivieran dentro de un único Estado con un gobierno único. Más bien, Grecia se componía de cientos de ciudades independientes, cada una con sus tierras circundantes. De allí se deriva el concepto de anfictionía que no era más que la existencia de antiguas tribus que deliberaban sobre los asuntos públicos. Ese esquema de organización primaria en Grecia es hoy contraria a los Estados Unidos, Japón, Francia y otras naciones modernas donde se rigen por el Estado Nación. Lo que privaba en Grecia era el esquema de las polis o ciudades-Estados. Una de las más famosa fue, indiscutiblemente, Atenas, en el año 507 a.C.,donde sus habitantes adoptaron un sistema de gobierno popular que perduró casi dos siglos, hasta que la ciudad fue sometida por su más poderoso vecino del norte, Macedonia.

Entre la Polis y la República

Precisamente, fueron los atenienses quienes acuñaron el término demokratia, de los vocablos griegos demos (pueblo) y kratos (pueblo), para reforzar el papel del pueblo en los asuntos públicos. La democracia de Atenas fue la más conocida de su época y tuvo gran influencia en la filosofía política actual y ha sido considerada como el mejor ejemplo de participación cívica o democracia participativa. No obstante, su gobierno era complejo. En su núcleo y a la cabeza había una asamblea en la que podían participar todos los ciudadanos. La asamblea elegía a unos pocos cargos clave. El principal método de selección era el sorteo, de manera que cualquier ciudadano común tenía altas posibilidades de ser elegido por sorteo para servir en el más importante cargo presidencial de su gobierno.

En el caso particular de Roma, hizo también su aparición la democracia participativa. No obstante, los romanos decidieron designar a su sistema con el nombre de República, proveniente del latín res (cosa o asunto) y publicus (público). De manera que una república era la cosa que pertenecía al pueblo. El derecho a participar en el gobierno de la República estaba limitado en sus comienzos a los patricios o aristócratas. Pero debido a las luchas que se libraron por parte de la gente común (la plebe) los cargos pasaron a ser ocupados por los plebeyos. Al igual que en Atenas, el derecho a participar en Roma se restringió a los hombres, tal y como ocurrió en las demás democracias y república hasta el siglo XX.

Desde sus orígenes, como ciudad de tamaño moderado, la República romana se expandió mediante la anexión y conquista de territorios más allá de sus fronteras. En consecuencia, la República llegó a dominar toda la península itálica y más allá de sus confines. Esa república otorgó la ciudadanía romana, que era muy apreciada, a los pueblos sometidos, cuyos habitantes fueron autorizados a gozar de todos los privilegios y derechos de la ciudadanía que tenían los romanos. Aunque esta república perduró más que la polis griega, aproximadamente en torno al año 130 a.C., comenzó a debilitarse por agitaciones civiles, guerras, militarización, corrupción y otros males de la pasión humana. Con ello se esfuma el gobierno popular en el sur de Europa y da paso a lo que hoy denominamos el Estado Nación, una instancia mucho más compleja y sustentada en la democracia representativa.

Las ventajas de la democracia

Un sociólogo fundamental como Max Weber llegó a sentenciar que el Estado es el monopolio legítimo de la fuerza física sobre un determinado territorio. No deja de tener razón dicho pensador alemán, puesto que el Estado ha superado el esquema de la polis griega. Es un mega cuerpo político y jurídico, conformado por instituciones y poderes públicos cada vez más complejos, anclados en una Constitución que es de vital obediencia por parte de los ciudadanos en un espacio geográfico delimitado. De allí, parafraseando a Robert Dahl, uno de los politólogos más influyentes de la actualidad, quien detente el poder político del Estado, sintetizado en el gobierno, posee una extraordinaria capacidad para obtener obediencia de sus reglas mediante la coerción y la violencia. Eso explica cómo muchos gobernantes procuran perpetuarse en el poder para alcanzar obediencia ciegas de sus administrados.

Robert Dahl en su más reciente obra “La democracia. Una guía para ciudadanos” nos advierte que hasta muy reciente, una mayoría preponderante de seres humanos, todos en algunas épocas, han estado sometidos a gobernantes no democráticos. Estas palabras del autor son pertinentes para descubrir la naturaleza del gobernante, independientemente de la forma de gobierno que intente vender en el ideario colectivo, llámese socialista, liberal, conservador, etc. Generalmente, los líderes de los regímenes no democráticos hablan en nombre del pueblo para justificar su dominación. Sin embargo, utilizan método de persuasión basado en la fuerza y violencia. Algunos de ellos se consideran indispensables y necesarios para garantizar el orden, hasta el punto que llegan a personificar el régimen y se deleitan con sus delirios de grandeza.

Esta vieja práctica sigue latente en nuestros días. De una u otra forma, el debate actual es la persistencia y perfectibilidad de la democracia. Habría que preguntarse hasta qué punto el gobierno es de uno, unos pocos o muchos. Con todas sus debilidades, la democracia ofrece una serie de ventajas que pueden permitir su perfectibilidad en el tiempo. Al respecto, Dahl señala las siguientes:

1. Ayuda a evitar el gobierno de autócratas crueles y depravados
2. Garantiza a sus ciudadanos una cantidad de derechos fundamentales que los gobiernos antidemocráticos no garantizan ni pueden garantizar
3. Asegura a sus ciudadanos un mayor ámbito de libertad personal que cualquier alternativa factible a la misma
4. Ayuda a las personas a proteger sus propios derechos e intereses fundamentales
5. Proporciona una oportunidad máxima para que las personas ejerciten la libertad de auto determinarse, es decir, que vivan bajo leyes de su propia elección
6. Otorga oportunidades máximas para ejercitar la responsabilidad moral
7. Promueve el desarrollo humano más plenamente que cualquier alternativa factible
8. Fomenta un grado relativamente alto de igualdad política
9. No propicia la guerra ante otro gobierno democrático
10. Los gobiernos democráticos tienden a ser más prósperos que los países con gobiernos antidemocráticos

A grandes rasgos, la democracia es el mejor regalo que hemos recibido de los griegos y romanos. Ella significa el andamiaje de todo sistema político y permite un clima de libertades civiles para la prosperidad de las naciones. Su propósito se circunscribe a otorgar a los ciudadanos las mismas oportunidades políticas y jurídicas, dentro de un ordenamiento constitucional, para que sean emprendedores en la búsqueda de una mejor calidad de vida. Por ello, ante la desafiante actitud de autócratas en el mundo, nuestra tarea es defender la democracia y hacerla cada vez más perfectible para el goce y disfrute de nuestros derechos ciudadanos.

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